
Halloween
Conoce la verdadera historia de Halloween
Hace 30 años, o incluso menos, Halloween era esa fiesta exótica de la que nos hablaban los profes de inglés y que nosotros les contábamos entusiasmados a nuestros padres mientras íbamos a la misa en el cementerio vestidos con nuestras mejores galas, el modelo de domingo de invierno que estrenábamos ese 1 de noviembre.
Halloween ha dejado de ser exótica para convertirse en una fiesta más en nuestro calendario. La excusa perfecta para reunirse con los amigos, disfrazarse con unos dientes de vampiro y pasarse la noche bailando. Eso si no tienes 8 años, porque entonces es el momento de poner a prueba tus dotes de maquillador experto en el mundo zombi y atiborrarte de chuches.
Pero Halloween no es el invento americano que parece estar absorbiendo nuestras tradiciones del día de Todos los Santos.
En realidad, Halloween comenzó como una fiesta celta, Samhain, que llegó a a lo que entonces no era Estados Unidos, sino unas simples colonias inglesas que luchaban por sobrevivir. Samhain era la celebración celta del final de las cosechas, una forma de decir adiós al verano y dar comienzo a la estación oscura. Durante esa noche el mundo de los vivos se abría al “otro” mundo y por esa “puerta” salieron muchas de las tradiciones que hoy disfrutamos en Halloween.
¿Y qué hay de los colores?
Los colores, por ejemplo; ese clásico negro y naranja que adorna todas las fiestas provienen del negro de la muerte y del naranja de la cosecha. O los disfraces de fantasmas o monstruos varios, que también provienen de Samhain. Durante esa noche los espíritus vagaban por nuestro mundo, y no todos eran la amable tía Enriqueta que hacía pastel de manzana tan rico.
Para evitar que los espíritus malvados dieran la tabarra, los mortales se disfrazaban de fantasmas, brujas y demás y así podían disfrutar con tranquilidad de la tarta de calabaza con amigos y vecinos.
¿Los orígenes del “trick o treat”?
Y la mejor tradición de todas, la del “trick o treat”, que, por cierto, no se debería traducir como “truco o trato”, porque ni se hace magia ni se hacen tratos. “Trick” se refiere a las malas pasadas que te pueden jugar si no les ofrecen a los fantasmitas un buen “treat”, es decir, un regalo en forma de golosina, por ejemplo.
Esa tradición proviene de la costumbre de los celtas de dejar comida y bebida para los fantasmas que poblaban los caminos esa noche. Disfrazado de espíritu tenías tanto derecho como ellos a hacerte con esas golosinas. Y de ahí a llamar a la puerta para exigir unos caramelos o unas chocolatinas, solo hay un paso.
Vamos, que, aunque algunos nos quejemos de la invasión de la cultura anglosajona, en realidad, al menos en el norte, solo estamos volviendo a nuestros orígenes. O si no, que se lo pregunten a la procesión de la Santa Compaña.